Cuando la beata Ana de San Bartolomé quedó como priora en la nueva fundación del Carmelo francés en Pontoise, sentía gran impotencia por tener que celebrar su primer capítulo en la comunidad (en la cual ya había cuatro novicias francesas) sin saber hablar el idioma; ya antes al saber que sería priora de la comunidad y sintiendo su impotencia se quejaba al Señor diciendo:
"Mirad Señor, lo que quereís de mi hacedlo, por que yo no soy más que una paja. Y respondiendome: `Con pajas enciendo yo el fuego'. Quedé consolada, pareciéndome que pues Su Majestad lo quería, que pondría lo que faltase".
El viernes 21 de enero era el día en que se debía celebrar el capítulo conventual y no sabía cómo hacerlo, pues como dice "ni yo las entendía ni ellas a mí". Y entonces ocurrió lo que marcaría la vida de la comunidad en una buena convivencia y alegría: confortada ante el Santísimo Sacramento se fue al capítulo
y "tomando algún punto de la Regla, empecélas de hablar en mi lengua, fiada que Dios se lo daría a entender. Y así fue, que acabado el capítulo vinieron todas a mí tan alegres que lloraban de contento y devoción, y dijéronme: 'Todo lo habemos entendido como si hablarais en francés'. Di gracias a Dios y quedéme confusa viendo su bondad y cómo se acomodaba y acudía a mi ignorancia".
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