Sunday, June 17, 2018

-¿Y qué tenéis? ¿Qué os duele? -No lo sé, hermana, pero lo dice la Madre Priora...

Ursula de los Santos tenía ya más de cuarenta años; era un poco tarde para aprender a obedecer, tanto más cuanto que había dirigido autoritariamente su hogar y su familia. Por eso, la Madre Teresa procuraba ejercitarla en la obediencia, probándola con frecuencia, si bien ella salía airosa de todas las pruebas. 

¿Acaso no estaba convencida Teresa de la sinceridad con que obedecía?... Lo estuviera o no, un día decidió someterla a una prueba extraordinaria y, si no se sometía, echarla del convento. 
En una ocasión la interpeló bruscamente:
-¡Ay, hija! Como la compadezco, pecadora de mí. Vaya a acostarse, que lo necesita. 
Y le tomaba el pulso, fingiendo encontrarla muy mal. 
Ursula de los Santos se fue a acostar. A quien se interesaba por su salud, le decía :
-Estoy muy enferma. 
-¿Y qué tenéis? ¿Qué os duele? 
Ursula no vacilaba :
-No lo sé, hermana, pero lo dice la Madre Priora. 

A Teresa no le bastó con eso. Fue a ver a la paciente y le tomó otra vez el pulso:
-¡Ay, que pena! Hermanas, corred a buscar un barbero, que es menester sangrarla. 
El barbero la sangró y la sierva de Dios no dijo ni una palabra. 
Desde entonces, la Madre le mostró un particular afecto. "Y a ella no le hizo daño la sangría y hizo tanto fruto en sus monasterios para sacar sangre del propio parecer". Por que como decía Teresa de Jesús: "La que faltare al voto de obediencia nunca llegará a ser contemplativa, ni aún buena activa", y "no hay camino que lleve más pronto a la suma perfección que el de la obediencia". 

La vida de Santa Teresa de Jesús 
Marcelle Auclair.

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