Sunday, June 24, 2012

“Teresa,. Si no hubiera Cielo,. por tí lo crearía”....

Luisa María de Francia...




Princesa de Francia de la Casa de Borbón,
hija del rey Luis XV de Francia, monja Carmelita descalza declarada Venerable en 1873 por papa Pío IX...

Luisa María de Francia (Nació en Versalles el 15 de julio de 1737 y falleció el 23 de diciembre de 1787). Fue una princesa de Francia de la Casa de Borbón.

Fue la última hija del rey Luis XV de Francia y María Leszczynska. Siendo muy pequeña se la envió junto con sus hermanas mayores a la abadía de Fontevraud donde debían de pasar diez años hasta su regreso a Versalles, esta princesa se caracterizaba por su ingenio pero también su orgullo, no dudaba en reclamar a las personas a su servicio que se levanten cuando ella entraba a una pieza pues era la hija del rey, por esta actitud su preceptora una vez le respondió: "Y yo madame, soy la hija de vuestro Dios". En 1750 regresa a la corte a la edad de 13 años; ella permanece siempre apartada, huyendo del mundo, buscando consuelo y ánimo en la religión. Su padre Luis XV hizo varios proyectos de matrimonio para ella, pero ninguno se materializó. Por ejemplo, en 1748, mientras Luisa aún estaba en Fontevraud corrió el rumor de que su padre la destinaba para esposa del príncipe Carlos Eduardo Estuardo, joven pretendiente al trono inglés; pero al igual que sus hermanas mayores, Adelaida, Victoria y Sofía, conocidas en la corte como las Mesdames, no se casó nunca.

Para el año 1770, mientras la corte se preparaba para el matrimonio del delfín, el futuro Luis XVI, con María Antonieta; ante el asombro general, Luisa solicita a su padre autorización de hacerse carmelita. Ella toma los hábitos el 10 de octubre de 1770 y pronuncia sus votos el 12 de septiembre de 1771 en los carmelitas de Saint-Denis. Madame Luisa se siente realizada en su santo cargo y se convierte en priora de 1773 a 1779; luego, de 1785 hasta su muerte el 23 de diciembre de 1787. Sus últimas palabras en el lecho de muerte fueron: "¡Al paraíso! ¡ Rápido ! ¡ A todo galope !".

En 1873 el papa Pío IX la declaró Venerable Madre Teresa de San Agustín.

La alegría y Santa Teresa de Jesús




Todos sabemos que cantar es cuestión de enamorados. Sería interminable la lista si hacemos un recuento de los que han expresado sus sentimientos a través de la música. Nos parece que la guitarra -que tiene alma de mujer- simboliza muy bien la alegría, la presencia de ánimo con la que Teresa de Jesús se enfrentaba a la vida, no sólo con serenidad, sino con buen humor, con gozo.

Si tenemos oportunidad de conocer los museos donde se exhiben las reliquias de la Santa, tendremos la sorpresa de encontrarnos con las castañuelas, el, tambor, la flauta... y es que Teresa era muy amiga de la fiesta, le gustaba componer canciones, animaba a todos, vivía feliz. No aguantaba caras largas, ni dramas gratuitos; ni la tristeza ni la melancolía tenían cabida en su comunidad, en su ambiente.

Teresa hizo del humor una postura ante la vida. Se entretiene cuando redacta sus cartas, contando detalles muy humanos, muy graciosos; como cuando le comparte al Padre Jerónimo Gracián las aventuras de Isabelita (hermana pequeña del Padre) lo que hizo por ella. Después de comunicarle algunos adelantos, dice textualmente:

«Sólo tengo un trabajo, que no sé cómo ponerle la boca, porque la tiene muy rígida y se ríe muy fríamente y siempre se anda riendo. Una vez le hago que la abra, otra que la cierre, otra que no se ría. Ella dice que no tiene la culpa, sino la boca, y dice verdad... No lo cuente a nadie pero gustaría que viese el trabajo que traigo en ponerle la boca, creo que cuando sea mayor no será tan fría, al menos no lo es en los dichos. Aquí le he pintado a su hermana, no piense que le miento y en fin, porque se ría se lo he dicho».

Teresa de Jesús, mujer jovial, atractiva, tenía siempre a la mano el salero del buen humor. Y lo utilizaba con dosis convenientes:

En las correcciones, un poquito de ironía: «Si con leer sus reglas me canso, ¿qué hiciera si las tuviera que guardar...?»

En los desalientos, una risa franca: «Si haces cruces de nada, vivirás crucificada».

Ante los problemas, una sonrisa en los ojos: «Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa...»

Con los grandes señores, no perdía su dignidad serena: «¿Qué se me da a mí de los reyes y señores? No quiero sus rentas ni tenerlos contentos».

Ante la gente no valorada, les abría su corazón. «Nos consuela más quejarnos a los que sabemos nos aman».

Tuvo buen humor hasta con Dios. Recordemos aquella escena cuando estaba limpiando la Capilla y se cayó. Le dolía mucho el brazo, lo tenía fracturado. Entonces la Santa vuelve su mirada al Sagrario y le pregunta al Señor:

_ ¿Por qué te portas así, Jesús?
_ "Teresa, así trato a mis amigos,"
_ Pues por eso tienes tan pocos...

Teresa de Jesús se ríe, critica, corrige, bromea, siempre con una pizca de comprensión, de amabilidad. Gracias a su buen humor se ganaba a la gente, salía adelante de los problemas más duros, se sentía libre ante los comentarios negativos, se reía hasta de los contratiempos que tuvo como fundadora. Nos enseña suavemente que no hay cosa tan seria, ni noticia tan dura que no pueda decirse con una sonrisa.

La alegría para la Santa no era trabajada a fuerza, ni con grandes conceptos. Era un don, un estilo, que ella consideraba como fruto del Espíritu, consecuencia de sentirse gratuitamente amada. Ella descubrió el tesoro -Jesús- y compró feliz el campo. «No puedo decir lo que se siente cuando el Señor me hace experimentar sus secretos. Es el gozo mayor que podemos vivir, todo lo demás se hace pequeño, basura... Y todos los gozos juntos, no son más que una gotita del que nos está reservado en el Cielo» (V. 27.12).

Crónicas del primer Carmelo femenino en America...




Todo comenzó con un movimiento laical. El Tesoro escondido en el Monte Carmelo Mexicano del P. Agustín de la Madre de Dios, obra inédita hasta 1986, refiere pintorescos pormenores. Las iniciadoras fueron un grupo de pías andaluzas, viudas y doncellas, arribadas por motivos familiares u otros a tierras de Méjico. Por su atracción a la oración y a la soledad, Ana Núñez aparece como la mente directora del grupo. Había nacido en Gibraleón. Llegó a Veracruz con su hermana Beatriz al quedar huérfanas en patria. Fallecido el hacendado hermano Pedro, Ana se dio a una vida de recogimiento y Beatriz contrajo matrimonio. Elvira Suárez, dama sevillana que vino a Méjico, enviudó al poco tiempo. Así se unió a la vida de piedad de Ana Núñez. Pronto se les juntó otra sevillana, Juana Fajardo.

Las tres piadosas andaluzas vivieron primero en el hogar de Beatriz Núñez. Desde 1593 tuvieron su casa aparte. Bajo la dirección del P. Alonso Ruiz, SJ, determinaron vivir en clausura religiosa y emitieron el voto de castidad en manos del vicario del obispo. Su casa fue convertida en Recogimiento por el obispo de Puebla en 1596. Allí ingresó también María de Vides, sobrina del director P. Alonso.

Por razones climáticas en 1601 la casa se trasladó a Puebla. Entre tanto llegaron las Obras de Santa Teresa a manos de las recogidas. Las había traído de España un franciscano, comisario de la Inquisición. La lectura asidua y comentada de estos Escritos fue configurando a la comunidad de laicas piadosas hacia la formación de una comunidad carmelitana. El carmelita Pedro de los Apóstoles, que había convivido con San Juan de la Cruz en España, fue el confesor y el iniciador en las enseñanzas de la comunidad teresiana.



Fue larga la tramitación de los breves pontificios de fundación canónica. En un documento del Archivo Vaticano se habla de la instancia presentada por el arzobispo electo de México y del presidente del Consejo de Indias al General de la Orden para la fundación de un Carmelo en la ciudad de México. El 29 de mayo del 1601 la Congregación de Obispos y Regulares decidía: “Scribatur ad mentem Smi.” ¿Cuál era la mente del Papa? En carta de esta Congregación Romana al General Francisco de la Madre de Dios se decía que no se mandaran monjas a Méjico, porque “non convenía en modo alguno exponer las monjas al peligro de la navegación y del largo viaje, de donde podían nacer escándalos y desórdenes de gran consecuencia”. Se facultaba al General para que respondiese, si fuera necesario incluso con censuras, si las instancias se repetían pidiendo monjas de España para cualquier parte de las Indias.

Así la primera fundación de Carmelitas Descalzas en suelo americano no se hizo con fundadoras provenientes de la península ibérica. Nació carismáticamente de la evolución teresiana del grupo de laicas que vivían la vida comunitaria en su casa de Puebla. El Papa Clemente VIII concedió la bula de erección el 5 de julio del 1602. Por el retraso de correos y por otros motivos su ejecución tuvo lugar sólo el 27 de diciembre del 1604. “Fue toda la ciudad -escribe el Tesoro escondido...- en forma de cabildo, con el señor obispo” (p. 312). Las cinco perseverantes aspirantes recibieron el hábito. Predicó en la ceremonia el prior del Carmen, Pedro de los Apóstoles. “Fueron -escribe todavía el Tesoro escondido- las primeras Carmelitas que la América gozó...”

Hicieron la profesión en el día de los Santos Inocentes del año siguiente. Entraron dos jóvenes más. El monasterio prosiguió su vida con el ingreso de nuevas vocaciones. Era priora la M. Ana Núñez de Jesús y supriora la M. Elvira Suárez de San José. María de Vides de la Presentación fungía de tornera y la M. Juana Fajardo de San Pablo quedó como maestra de novicias.



Con las leyes persecutorias del país el monasterio conoció exilios y supresiones temporales. Pero durante los 400 años de existencia de este primer monasterio en suelo americano han perseverado en él 198 Carmelitas. Después de las cinco fundadoras españolas la mayoría de las vocaciones han provenido en su mayoría del mismo arzobispado de Puebla. La comunidad ha tenido la fortuna de conservar hasta la actualidad su documentación histórica. Ha logrado también recuperar parte del monasterio inicial, objetivo que no obtenido ningún otro Carmelo del país.

En 1970 se logró restaurar el edificio, restituyéndole en lo posible su aspecto primitivo. El histórico monasterio de Puebla fundó el de Guadalajara en 1695. En 1748 dio origen al segundo Carmelo, el de la Soledad, en la misma ciudad de Puebla. En 1851 participó en el nacimiento de la comunidad de Orizaba. Puebla ha participado incluso fuera de sus fronteras nacionales en la expansión del Carmelo, porque en 1984 se fundó con su ayuda el monasterio de Santa Cruz, hoy en Cobán (Guatemala). Ha producido una germinación nueva por siglo de existencia.

La crónica de Tesoro escondido... es pródiga en relatar la vida de varias religiosas que se han distinguido por su elevada santidad en este convento, sobresaliendo el nombre de la M. Isabel Bonilla de la Encarnación (1594-1633). Todo el Carmelo de América, la del Norte y la del Sur y la insular, celebro con alegría el IV centenario de la primera implantación de la vida teresiana de clausura en el Continente. El año 2004 fue IV Centenario del Carmelo femenino en el Nuevo Mundo.