Saturday, September 29, 2012

Santa Madre Teresa...

Santa Madre Teresa, madre de los espirituales, enséñame amar a Jesús tal y como tu lo amaste y amas.. ayúdame a entender eso tan difícil de que la PACIENCIA TODO LO ALCANZA, cuando las situaciones de la vida ordinaria me hacen flaquear y me hacen intolerante con los demás... ayúdame a descubrir la presencia de ese Dios que DORA NUESTRAS CULPAS, en medio los trajeteos de la vida, en medio de mis debilidades y caídas...ayúdame a soltar amarras en este camino, esas amarras que muchas veces me detienen en la confianza a su Majestad, VENGA LO QUE VENGA, MURMURE QUIEN MURMURE, AUN SE CAIGA EL MUNDO ENTERO...gracias madre por que de ti he aprendido a MIRARLE...tu me has dicho que no me pides nada mas que LE MIRE...MIRA QUE TE MIRA...y en esa mirada dulce, cuantas veces oh madre no he querido perderme y reposar por una eternidad, en esa hermosa mirada que me dignifica que me hace mas ser humano y a la vez divino...gracias por mostrarme que puedo ser capaz de contemplarme como un HERMOSO CASTILLO DE UN DIAMANTE O MUY HERMOSO CRISTAL, en el cual habita un rey, y saber que su trono es mi corazón... acompáñame madre mía en mi caminar, hazme descubrir la presencia de mi buen Dios en todo momento pero sobre todo ayúdame a permanecer fiel en el vivir y así poder cantar junto contigo las misericordias del Señor...

Amen.

Juan +

Santa Eufrosina, la mujer monje



Esta santa del siglo V se cortó el cabello para entrar en un convento masculino a fin de que su padre no la encontrara y no tenerse que casar obligada...

Comienzo diciendo que se trata de una leyenda histórica, en la cual es difícil precisar qué fundamento real tiene o qué parte de verdad hay. Con diversas variantes, incluso a veces contradictorias, los datos más

comunes son éstos.

Eufrosina nació en el siglo V en Alejandría (Egipto) en tiempos de Teodosio II el Joven (401-450). Era hija de Pafnucio, rico y piadoso; no consta el nombre de la madre. Estos esposos no tuvieron descendencia durante años y, gracias a las oraciones de un santo monje -a quien habían encomendado pidiera para tener descendencia-, vino al mundo una niña, a quien pondrían por nombre Eufrosina, palabra griega que significa alegría, aludiendo a lo que significaba esta hija para tales esposos.

Su madre murió cuando ella tenía unos once años. Extraordinariamente bella la joven, su padre se dedicó a buscarle marido y la prometió a un joven rico de la nobleza. Pero el matrimonio no entraba en sus planes, sino que deseaba consagrarse a Dios retirándose a un monasterio; por lo que, aprovechando una ausencia de casa de su padre, huyó de la misma. Temiendo que su padre, al no encontrarla, fuera a buscarla por monasterios de monjas, a fin de no ser descubierta acudió a uno de hombres; para ello se cortó el cabello y se disfrazó convenientemente.

Un largo paréntesis en esta leyenda histórica. En la iglesia riosecana de San José, perteneciente al abandonado monasterio de las Carmelitas Descalzas, hay un óleo sobre lienzo (cuya fotografía ilustra esta colaboración) algo deteriorado de 45 x 52 cm., de autor anónimo castellano del segundo cuarto del siglo XVII; está situado dando al presbiterio, pero formando parte del retablo del crucero al lado del evangelio. En este lienzo se lee: Sta.EUFROSINA, BIRGEN (sic), aparece con rostro bello y vestida de fraile carmelita, por tanto sin la toca femenina. En el monasterio de Carmelitas Descalzas, fundado por Santa Teresa de Jesús en la ciudad de Valladolid, se puede contemplar un lienzo de Sta.Eufrosina, también con hábito de fraile carmelita y su larga cabellera colgada de la rama de un árbol.

Cierro el paréntesis. Eufrosina, cuyo nombre en el monasterio era Esmaragdo (o Smaragdo), vivió dando grandísimos ejemplos de santidad. Presintiendo próxima su muerte, llamó a su padre para descubrirle el engaño. Pafnucio se hizo religioso, viviendo hasta su muerte en la celda que había ocupado su hija.

La Orden del Carmen surgió como tal en el siglo XII, si bien su espiritualidad y sus raíces la relacionan incluso con el Antiguo Testamento, especialmente con el profeta Elías; por eso no es de extrañar que, como sucede con dos pinturas del profeta en la citada iglesia de San José, aparezca Elías vestido al estilo carmelitano. Las tradiciones carmelitanas se apropiaron también a Santa Eufrosina y en la liturgia de la Orden del Carmen se la veneraba como santa el día 2 de enero. A raíz del Concilio Vaticano II, en la década de los setenta del siglo pasado se reformó el calendario propio carmelitano y de su santoral -entre otros hombres y mujeres- se suprimió la celebración de Santa Eufrosina.

En un mercadillo de libros antiguos encontré y adquirí un Breviario Romano (desde el Concilio Vaticano II se le denomina Liturgia de las Horas) de la Orden de los Hermanos de la Beatísima Virgen María del Monte Carmelo, editado en el año 1938; en el día 2 de enero figura Santa Eufrosina como virgen de la Orden del Carmen, y las tres lecturas del segundo nocturno de maitines relata -lógicamente en latín- su vida.

Santa Tersa de Jesús (1515-1582) en una carta a la Madre María de San José en Sevilla, fechada el 4 de junio de 1578, alude de pasada a Santa Eufrosina, pero otros autores ponen Santa Eufrasia, virgen también de la Orden del Carmen, cuya fiesta era el 13 de marzo; ¿a cuál de las dos se refería Santa Teresa?

En el monasterio de Carmelitas Descalzos del Desierto de Las Palmas en Benicasim (Castellón) es digno de visitar el Antro de Santa Eufrosina, de la primera mitad del siglo XVIII. Los desiertos eran lugares apartados, deshabitados e idóneos para la vida cenobítica, viviendo los monjes en antros, grutas, cuevas o pequeñas edificaciones, dedicados o bajo el patrocinio de algún santo o santa.

Concluyo citando la obra escenificada “EUFROSINA”, la mujer monje del padre carmelita descalzo José Martínez Navarro, cuyo nombre en religión era Alberto de la Dolorosa; publicada en el año 1992.¡Interesante! Santa Eufrosina, ruega por nosotros.

Eugenio Jesús Oterino. Misionero claretiano

En el Corazón de Teresa... ahí encontramos a Jesús...


"En su puro corazón veía santa Teresa al buen Jesús cuando estaba en esta vida y ahora quiere el Señor que en el Corazón de tan gran Santa le vean otros para que conozca el mundo cuán
bien se hallan en este corazón..."


El Escrito Barroco de Fray Agustín de la Madre de Dios, "EL TESORO ESCONDIDO DEL CARMELO MEXICANO" de una forma muy peculiar y con el estilo espiritual del siglo XVII, relata curiosos acontecimientos que ocurrieron en la fundación y creación de las comunidades de Carmelitas descalzos y descalzas en territorios de la Nueva España. Hoy he querido recoger un acontecimiento que se relata en este libro, y que supuestamente sucedió en el Primer Carmelo femenino fundado en America en el año de 1604 en la Ciudad de Puebla de los Ángeles, México, si bien debemos leer el texto en su contexto histórico, bien podemos sacar de provecho lo que el Corazón de La Santa Madre Teresa significaba para sus hijas, las carmelitas descalzas en aquellos principios románticos de las comunidades. Un espejo fue el Corazón de Teresa de Jesús, ese corazón inflamado de amor, y en el cual esta impreso la imagen del buen Jesús, su vida, su rostro, su infancia, su pasión y todos sus dolores son manifestados a las Monjas de este convento en el trozo de corazón de su fundadora, y en el también ven su propia vida y algunas hasta su muerte. Ojalá que podamos en nuestro caóticos tiempos también contemplar el corazón herido de amor de Teresa y en el ver al buen Jesús, amoroso y misericordioso esperando herirnos y que nuestra Seráfica madre nos permita ver nuestra historia estampada también ahí como hijos suyos. En Teresa de Jesús y en el Jesús de Teresa.

Les dejo en la pluma de Fray Agustín:

CAPITULO XIII. MUESTRA DIOS RARAS VISIONES A LAS MONJAS DE ESTA CASA EN UN PEDAZO DEL CORAZÓN DE NUESTRA SANTA MADRE.

Este fue un milagro raro y de un modo nunca oído que hizo Dios en esta santa casa y en una parte del corazón de la gloriosa Teresa, donde como en espejo cristalino se ha visto y representado el Señor de mil maneras, queriendo su majestad expresar aquí su rostro y mostrarse tan visible como si en él se
hallara incorporado. En su puro corazón le veía santa Teresa cuando estaba en esta vida y ahora quiere el Señor que en él le vean otros para que conozca el mundo cuán bien se hallan en este corazón, pues dejó retratada su figura en él como en espejo y en él se ven como en el verbo eterno mil cosas soberanas. Contemos el suceso:

Sabiendo nuestro padre general fray José de Jesús María el aliento y perfección con que estas hijas de santa Teresa seguían sus ejemplos, imitaban sus virtudes y promovían su Orden, les envió una reliquia del corazón de esta virgen queriendo alentar los suyos a empleos soberanos.

Gozáronla algunos años sin particular misterio y en 1618, oyendo algunos prodigios y milagrosas visiones que en las reliquias de nuestro venerable padre fray Juan de la Cruz se habían visto en España, se juzgaban por indignas de semejantes favores; aunque llamaban bien afortunadas a las que aquello veían. Estando pues de este modo ansiosas y recatadas, quiso nuestra santa madre obrar con ellas prodigios y que viesen en su carne un abreviado
cielo. Día pues de la degollación de San Juan, que es el 29 de agosto, estaba una religiosa llamada Elvira de San José que fue de las fundadoras de esta casa en oración en su celda y sintió en lo interior de su alma un superior impulso de que fuese a mirar y a venerar la reliquia de la santa, y apenas se puso en su presencia cuando vio dibujarse en ella un hermosísimo
rostro de nuestra santa madre, que le dio tanto consuelo cuanto causó admiración. Tomó en sus manos la soberana presea y no creyendo a sus ojos se la llevó a la prelada, que era la madre Francisca de la Natividad, la cual con la subpriora y otras monjas a quien convocó el prodigio la estuvieron mirando atentamente, y como no veían nada empezaron a contradecir a Elvira y a ponderar que era aquello negocio de grande peso y que no se había de afirmar sin fundamento grande; a lo cual la religiosa decía con sencillez lo que la había pasado y que no era fantástico delirio sino verdad muy cierta. Estando en esta contienda la madre subpriora cortó ciertos lirios de oro que adornaban la reliquia y vido que de repente se representaba en ella un rostro hermoso y lindo de varón, con barba larga y tan distinto y claro como si fuera pintado con gran perfección y tan blanco y colorado candidas et rubicundus como lo vio la esposa. Empezóse a acelerar y a llorar sin ser más en su mano y dijo a voces “¡Ay, que veo a Cristo con que alargando la cabeza la madre priora también le vio y todas las religiosas del convento, dando gracias al Señor por favor tan regalado de haber visto a Teresa y a su esposo en el espejo de su corazón.

La madre priora Francisca de la Natividad tomó entonces la reliquia y venerándola con el respeto debido vio en ella representada a la santísima Virgen con el Dios niño en sus brazos, hermoso en sobremanera, el cual echaba la bendición a todas las religiosas; y de allí a un poco le veía una cruz de oro en las manos y tan distintamente que se señalaban los extremos de la cruz más gruesos que ella misma y parece la ofrecía a aquellas sus amadas. Luego se vio en la reliquia una santa de la Orden, de rodillas delante cíe la Virgen, y esta señora desapareció dentro de breve rato, en lugar de la cual apareció el padre eterno muy grave y majestuoso, quedando aquella santa con notable claridad y se llenó de sangre desde la garganta abajo con pavoroso asombro. Al otro lado de la reliquia vio la misma madre priora una imagen de la Concepción con manto azul y el cabello como el mismo oro y luego apareció nuestra madre santa Teresa de Jesús con una corona muy linda y curiosa en la cabeza, dando a entender a sus hijas el premio que alcanzó por sus trabajos. De allí a un rato la misma madre vio que estando como está una partidura en la carne santa (que la tiene desde que la trujeron de España) se soldó y se juntó con el caso que ya digo.

Desaparecieron instantáneamente todas las cosas dichas y como cuando sale el sol debajo de una nube, salió un rostro grande de Cristo nuestro señor muy afligido con la mano en la mejilla izquierda. Tenía el rostro como algo recostado sobre ella y la mano derecha, tres dedos puestos en la derecha mejilla y tenía un horrible capacete de espinas en la cabeza, el rostro. muy
lleno de sangre, y fue creciendo e hinchándose de manera que la partidura de la carne se cubría con el crecimiento y fervor de la sangre que patentemente se veía hervir y de la fuerza con que la juntura se unió parecía que también estaba exprimiendo sangre. El rostro estaba tan alterado que los labios se le abrieron y se le parecía lo blanco de los dientes con la hinchazón de los labios. De la ventana derecha de la nariz le apuntaba a salir sangre, tan
colorada y tan fresca como si la sacaran entonces de un cuerpo sano y vivo. Estaba todo el rostro cárdeno y amancillado y parecía que por todas partes quería derramar sangre, la tez muy lisa y tersa, la barba corta y hendida y todo aquel santo rostro hecho un triste retablo de dolor. De tal manera se presentó esta imagen, tan dolorosa y significativa de lo que pasó en su pasión sagrada, que no se puede decir con palabras. Pero de verla la dicha madre priora se conturbó de suerte, con el dolor y pena, que perdió la vista de los ojos y se cayó desmayada.

El mismo rostro vio luego la santa madre Juana de San Pablo y Otras muchas religiosas, quedando todas con tan tierno sentimiento de la pasión de Cristo cuanto ansiosas de padecer por él cualquier trabajo y martirio.

La madre Melehora de la Asunción, que era la subpriora que hemos dicho y la que nos dejó escritas las cosas de aquesta casa, teniendo una vez en las manos la reliquia preciosísima vio que la sangre de la santa que se congelaba en ella empezaba a licuarse y a hervir con mucha fuerza, con lo cual a ella se le turbó el corazón por ver tan gran prodigio y luego al punto, quedándose las imágenes que habemos expresado, vio a Cristo nuestro bien como le pintan en la oración del huerto, postrado, y en tanta manera se mostraba maltratado, ensangrentado y afligido de la agonía y sudor de sangre, que no se puede ponderar. A un lado del Señor estaban tres personas que en el modo de la postura y en todo, y en una como arma que parece tener el uno, son sin duda los tres apóstoles que estaban en el huerto con Cristo nuestro señor. El del arma que se entiende ser San Pedro es más anciano, el otro no lo es y el tercero era muy mozo. También vio al ángel confortando a Cristo y ofreciéndole el cáliz doloroso, con lo cual quedó su alma tan tierna y tan compungida que se echaba bien de ver lo que pretendía Dios con estas apariciones, que era el aprovechamiento de aquellas piadosas almas.

La misma madre Melchora vio en otra ocasión el misterio de la Santísima Trinidad expresado en la reliquia y estaba de esta manera: El padre eterno se veía en una nube muy arrebolada, lo cual hacía que se viese en alguna confusión y no muy claramente. Más abajo se miraba una hermosa palomita que era el espíritu santo y luego un rostro de Cristo afligido y lastimado, con una horrible corona de espinas en su cabeza y muy llagado todo. Otra vez vio en la reliquia al glorioso precursor san Juan Bautista bautizando al Señor en el Jordán. Otra muchos serafines gozosos y muy alegres y otra vez vio el Señor en el sepulcro, difunto y desfigurado, causando todo en ella efectos raros de su aprovechamiento.

A la madre Marina de la Cruz, religiosa de gran virtud y prendas, se la mostró el Señor de mil maneras en la sagrada reliquia, pues además de haber visto lo que las que hemos dicho, se la manifestó singularmente de los modos que diré. Vio al santo Monte Calvario muy clara y distintamente y en medio de él una cruz resplandeciente y hermosa, a los lados de la cual asistían la
Virgen sacratísima y el evangelista amado, declarando el dolor que padecían al ver su vida muerta. En la cruz no había Cristo ni cosa que le mostrase, pero del lado derecho, que es por donde le abrieron el costado al amante de los hombres, vertía la misma cruz un caño de roja sangre significando ella a aquél que en ella fue fuente de salvación. También vio en otra ocasión a un santo de nuestra Orden, que se entiende ser san Ángel, el cual estaba con hábito de descalzo carmelita con una palma en la mano y en ella tres coronas de virgen, doctor y mártir. En el pecho tenía tres heridas y en una el puñal violento. Partíale la cabeza turquesco alfanje corvo y vertía por la herida copioso golpe de sangre que teñía con púrpura la capa más blanca que el armiño. Alentóla este santo con su vista a sufrir muchos trabajos y la visión que dije de la cruz a padecer en ella, pues nunca estas visiones son sin fruto ni superfluas las obras del Señor. Mostróla además de esto su
majestad un día el sagrado misterio del nacimiento de Cristo, con todas sus circunstancias, y así vio un niño hermosísimo recostado en un pesebre y a María y José hincados de rodillas con gran multitud de ángeles cortejando a su dios hombre; y estaba el santo niño muy risueño y con notable agrado. Otra vez vio al sagrado precursor vestido de carmelita, que es el hábito que
trujo él y los demás profetas como verdadero monje, según lo afirman san Juan Crisóstomo, san Isidoro Pelusiota, Sazomeno, Juan Jerosolimitano, Paladio, Heraclides, Casiano, Eustasio, Antioco monje, German Patriarca, Methafraste, Theofilato, Teodoro Baa¬món, Calixto y Otros padres.

A la hermana Mariana de Jesús Nazareno se le mostró en la reliquia una religiosa nuestra en forma de difunta, la cual estaba puesta en su ataúd, el rostro transparente y blanco como de cera. Tenía encima del féretro un paño preciosísimo labrado de primavera de mil colores, las manos puestas y juntas sobre el pecho y en ellas una cruz de oro. Estaba acompañándola a su
cabecera un santo como ayudándola a bien morir y otro a los pies, hincado de rodillas como rogando por ella, en lo cual conoció que cierta religiosa había de morir presto y que dos santos de su devoción la habían de asistir en aquel trance; y sucedió del modo que lo vio en el espejo de este corazón. Vio la misma a san Pedro con aspecto venerable y que tenía el pecho y la cabeza hecho todo unaascua de oro, al cual brillaba en un hombro un clarísimo lucero que echaba rayos de si como el sol entre los astros, y notó
mucho la cabeza de oro con que resplandecía. Caput eius aurum optimum decía allá en los cantares aquella amante dichosa, que era de oro muy fino la cabeza de la iglesia, y si es cierto que lo es Pedro, bien ajustada viene la visión. Los setenta intérpretes leyeron de este modo: Caput emus aurum Cephas. La cabeza de ella es oro Pedro. Aquilano dijo claro caput eius aurum Petrum vel petreum aurum. Y Simaco leyó así: caput ejus lapis aureus. Su
cabeza es piedra de oro, es oro en piedra, es Pedro de oro y es oro Pedro. Todo lo cual se verifica bien con la visión referida y parece tuvieron una misma la esposa y esta madre. Ambas le vieron con cabeza de oro a este santo cabeza de la iglesia, el cual es oro y piedra y piedra de oro que cimienta y sustenta su edificio. En otra ocasión que estaba muy afligida vio la misma Mariana de Jesús Nazareno a Jesús Nazareno niño, hermosísimo encima de una blanca nube con tuniquita morada, corona de espinas, cruz pesadísima al hombro y que mirándola con un semblante apacible la daba a entender callado cuan nada eran sus trabajos con los que él por nosotros padeció. También vio en otra ocasión a nuestro padre el santo profeta Elías, con hábito y semblante de descalzo carmelita, en una mano la espada con punta de rayo
ardiente y un libro abierto en la otra como escritor sagrado, dignidad que entre otras le da Orígenes y siguen muchos modernos.

Otras muchas religiosas vieron otras cosas raras en esta santa reliquia y lo que es más de admirar es que cada una de ellas vio todo lo que las otras y todas las otras lo que aquélla veía; y así había tantos testigos de cada cosa cuantas monjas había en el convento. No sé si al ver que se veían por esta reliquia santa cosas tan admirables y divinas la llame puerta del cielo o ventana de la gloria, diciendo de Teresa aquello de Maria Coeli fenestra
facta est. Es aqueste corazón como ventana del cielo, pues por él se contemplan y divisan las cosas de la gloria. También es de reparar que estas representaciones o visiones, imágenes o figuras que en esta parte del corazón de la gloriosa Teresa vieron tan abonados y religiosos testigos, no eran a modo de las de pincel que se miran en los cuadros, sino de medio relieve como estampadas con sello, y es cierto que con sello se estamparon y que era el sello Cristo: Pone me ut signaculum super cor tuum (decía Cristo a su esposa) ut signaculum super brachium tuum. Ponme querida mía como sello en tu corazón y brazo para que en ese corazón y brazo se vea mi figura. Pone me ut signaculum (id est) verum signaculum (explica aquí Ruperto) quo sicut annullo vel imagine Christi signatur et decoratur credents et fidelis anima. Ponme tú como sello en tu corazón amante, que en el corazón quedará impresa la imagen de mi rostro y en eso se verá cuán fiel esposa te declaraste siempre. Fiel esposa es Teresa y bien se prueba en tan continuo milagro con que en su corazón se ve estampado lo mejor que tiene el cielo, y no es mucho, pues siempre tuvo a Cristo en su corazón y alma y así se la estampó como hemos dicho y aún hasta ahora se ve.

TESORO ESCONDIDO EN EL MONTE CARMELO MEXICANO
fray Agustín de la Madre de Dios

Juan +