"El tocado de las carmelitas de Puebla"
Cuando se fundó el monasterio de las Carmelitas descalzas en Puebla de
los Angeles, México en 1604, las primeras hermanas, cuya comunidad había
nacido como un beaterio, fueron formadas por los Frailes Carmelitas que
ya se encontraban establecidos desde tiempo atrás en su convento,
algunos de ellos, hombres santos habían sido
discípulos directos de San Juan de la Cruz; Sin embargo las primeras
hermanas de esta comunidad que no tuvieron a ninguna de las Carmelitas
primitivas españolas que las instruyera, deseaban ajustarse en todo
detalle a la vida impuesta por Santa Teresa en sus monasterios y en
algunos puntos era imposible para los frailes individuar acciones en lo
propio de mujeres.
Uno de estos puntos fue el tocado; No
acertaban al principio a trazar el tocado que habían de ponerse, porque
no era de la manera que lo hacían las religiosas de otras ordenes, ellas
deseaban conformarse con todos los detalles que nuestra Santa había
instituido. Encontrándose pues las hijas de este monasterio en dicha
situación nos cuenta Fray Agustín de la Madre de Dios en el "Tesoro
escondido del Carmelo Mexicano" que la Santa Madre apareció a la
venerable madre Ana de San Alberto que era por entonces priora del
Monasterio de la villa de Caravaca en los reinos de Castilla dándole un
hábito y tocado que traía del cielo y dijole estas palabras "Ana, mis
hijas las monjas de la Puebla no aciertan con el tocado que yo os corté,
envíalas aquése porque las quiero mucho". Así lo hizo la Madre Ana de
San Alberto, causando este hecho mucha devoción entre las Carmelitas de
Puebla contemplándose tan queridas de su gloriosa madre.
Así
las Carmelitas fueron fieles en aquello que su Madre Santa deseaba sobre
sus hábitos que fuesen decentes, honestos y descuidados,sin curiosidad
alguna y pobres.
Tanto es el cuidado que su Majestad tiene de
sus esposas, como el que la Santa Madre Teresa tuvo por sus hijas las
Carmelitas de Puebla, cuyo tocado les bajó del cielo, dice la crónica
"las trujo el vestido pobre, honesto y sencillo y sin los pliegues que
son cuidado de algunas; pero a quien Dios le toca, no se toca, como el
proverbio dice."
Las Carmelitas de Puebla aun conservan con
mucho amor la cajita de madera que llegó a su monasterio proveniente del
Monasterio de Caravaca, con el tocado que envió la Madre Ana de San
Alberto.
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