Monday, February 4, 2013

A quien Dios le toca, no se toca...

"El tocado de las carmelitas de Puebla"

Cuando se fundó el monasterio de las Carmelitas descalzas en Puebla de los Angeles, México en 1604, las primeras hermanas, cuya comunidad había nacido como un beaterio, fueron formadas por los Frailes Carmelitas que ya se encontraban establecidos desde tiempo atrás en su convento, algunos de ellos, hombres santos habían sido discípulos directos de San Juan de la Cruz; Sin embargo las primeras hermanas de esta comunidad que no tuvieron a ninguna de las Carmelitas primitivas españolas que las instruyera, deseaban ajustarse en todo detalle a la vida impuesta por Santa Teresa en sus monasterios y en algunos puntos era imposible para los frailes individuar acciones en lo propio de mujeres.

Uno de estos puntos fue el tocado; No acertaban al principio a trazar el tocado que habían de ponerse, porque no era de la manera que lo hacían las religiosas de otras ordenes, ellas deseaban conformarse con todos los detalles que nuestra Santa había instituido. Encontrándose pues las hijas de este monasterio en dicha situación nos cuenta Fray Agustín de la Madre de Dios en el "Tesoro escondido del Carmelo Mexicano" que la Santa Madre apareció a la venerable madre Ana de San Alberto que era por entonces priora del Monasterio de la villa de Caravaca en los reinos de Castilla dándole un hábito y tocado que traía del cielo y dijole estas palabras "Ana, mis hijas las monjas de la Puebla no aciertan con el tocado que yo os corté, envíalas aquése porque las quiero mucho". Así lo hizo la Madre Ana de San Alberto, causando este hecho mucha devoción entre las Carmelitas de Puebla contemplándose tan queridas de su gloriosa madre.

Así las Carmelitas fueron fieles en aquello que su Madre Santa deseaba sobre sus hábitos que fuesen decentes, honestos y descuidados,sin curiosidad alguna y pobres.

Tanto es el cuidado que su Majestad tiene de sus esposas, como el que la Santa Madre Teresa tuvo por sus hijas las Carmelitas de Puebla, cuyo tocado les bajó del cielo, dice la crónica "las trujo el vestido pobre, honesto y sencillo y sin los pliegues que son cuidado de algunas; pero a quien Dios le toca, no se toca, como el proverbio dice."

Las Carmelitas de Puebla aun conservan con mucho amor la cajita de madera que llegó a su monasterio proveniente del Monasterio de Caravaca, con el tocado que envió la Madre Ana de San Alberto.

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