El camino de la oración es un camino que configura la vida de la
persona. Es un camino abierto a todos. Teresa rompe la disyuntiva
activos-contemplativos. No hay posibilidad de una vida de acción pura o
contemplativa pura. Pues para Teresa el elemento central de la vida de
oración es el servicio. La persona no se retira a orar encerrándose en
un mundo propio, sino se retira a orar como un servicio a la Iglesia y a los hombres.
Teresa, en un momento crítico para Europa y para la Iglesia de su
tiempo, no se encierra a orar, sino a "ayudar al Señor". Va al convento,
y llama a sus hijas a luchar por Cristo. Orar no es sumergirse en una
interioridad, sino correr un riesgo, pues se ora para aprender del
Maestro a dar la vida, a afrontar los mayores problemas que están
viviendo los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
El método
Teresiano de oración que vamos a ir viendo estos días es sencillo,
lineal y sin artificios. Todo el mundo lo puede prácticar. Requiere
elegir algún tiempo y un lugar adecuado. Pero Teresa insiste que la
oración está al alcance de todos. Y la oración da calidad y profundidad a
la vida pues no nos aleja de nuestra realidad sino que nos lleva a una
humanidad plena.
A orar se aprende orando. No se trata de
aislarse, aunque la soledad ayuda mucho a la oración, sobretodo a los
comienzos. Pero la soledad sólo es un medio para crear un espacio de
comunicación con el Dios presente. Teresa nos dirá que le hablemos, que
nos dejemos mirar o sentirnos mirados. Dios nos está mirando. Y Teresa
nos invita a aprender que somos el centro de la mirada de Dios. Y esta
presencia es pacificadora, amorosa. Por eso, debemos mirarle también
nosotros.
La oración es un trato de amistad con un Dios que
nunca está ausente, sino siempre presente. El primer paso para orar es
querer orar, querer ser amigo de Dios.Nuestra voluntad tiene que dar un
paso adelante; es lo que Teresa llama la "determinada determinación" de
no dejar nunca la oración.
del blog Carmelita contemplativo en la ciudad.
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