Fuerte es la persona a la que el viento de las dificultades la dobla,
pero no la quiebra; fuerte es quien es firme, quien llega hasta el final
de lo que se propone.
Se cuenta que Don Álvaro de Mendoza,
Obispo de Ávila en tiempo de Sta. Teresa, vivió un proceso de valoración
y estima por todos los proyectos teresianos; de hecho llegó a ser un
buen amigo de la santa. Bien, pues a este Obispo castellano, le oyeron exclamar:
"Juro por mi vida que algunas veces no entiendo a la Madre Teresa, pero
creo en ella de todo corazón. He visto que se compromete de tal modo,
que consigue lo que comienza".
Y cuando Don Álvaro dudaba,
cuando le parecía imposible tal o cual fundación, les preguntaba a las
monjas carmelitas: "Teresa de Jesús dijo que se haría...? Porque si ella
lo dijo, lo doy por hecho".
Desde un enfoque teresiano la
fortaleza equivale precisamente "a la determinada determinación". (CP
21,2) Supone valentía, y capacidad de esfuerzo. Teresa de Jesús supo
combinar con muy buena dosis de armonía un exquisito feminismo con un
espíritu recio, fuerte.
Esta frase "determinada determinación"
se encuentra con frecuencia en sus escritos, sobre todo cuando habla de
momentos fuertes de su vida.
La fortaleza es una gracia que la
Santa la pedía constantemente en la oración: "Fortaleced mi alma,
Señor" porque: "No viene esta fortaleza de nuestras fuerzas" (V.13,3)
Su Majestad nos la concede, dice ella, para aceptar los riesgos con
ánimo animoso, para ser generosos, entregados; para "no quedarnos al pie
del monte, sabiendo que podemos subir hasta la cumbre"
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