En tiempos de la Santa Madre, el 6 de febrero, memoria de Santa
Dorotea, celebraban su santo las llamadas Teresa, por considerarse ese
el nombre más cercano ya que no había ninguna Teresa santa. Cosa que es
errónea, pues en el siglo V vivió Santa Teresa de Nola (o de Barcelona),
mujer del obispo San Paulino de Nola, y que se celebra el 22 de junio
junto a su marido. En fin, que como se
creía que no había santas de nombre Teresa, era la santa a la cual
celebraba la Madre. El día de su profesión religiosa, el 29 de noviembre
de 1537, en la Encarnación de Ávila, una monja anciana constató que
tenían tenían dos religiosas de ese nombre, y recordó como hacía un
tiempo un zahorí o vidente había profetizado que un día habría una
Teresa santa en aquel monasterio, y que sería la primera santa de ese
nombre en la Iglesia. A lo que la Santa y la monja Doña Teresa de
Quesada respondieron al unísono: ¡Quiera Dios que sea yo!
Y sí que había razón. Pero solo una la tenía.
Y sí que había razón. Pero solo una la tenía.
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