El 19 de Octubre de 1603 murió en Cuerva (Toledo), dicen que de pena,
desterrada del convento de Lisboa y en la carcel, María de san José,
defensora del espíritu teresiano, en los díficiles tiempos en los años
posteriores a la muerte de santa Teresa, donde el rigorismo y una
observancia sin el humanismo y el equilibrio que santa Teresa había
querido imprimir en la reforma del Carmelo, amenazaban esta obra de Dios y la herencia de santa Teresa.
Santa Teresa la tuvo en singular aprecio, y en una de sus cartas llega a
afirmar: "Vuestra reverencia lo dice tan bien todo que, si mi parecer
se hubiera de tomar, despues de muerta la eligieran por fundadora, y aun
en vida muy de buena gana, que harto más sabe que yo y es mejor; esto
es decir verdad. Un poco de experiencia le hago de ventaja; más de mí
hay ya que hacer poco caso, porque se espantaría cuan vieja estoy, y
cuán para poco..."(Carta 420). Por eso el gobierno de la Orden, le creó
desde muy pronto un terreno artificioso, interesado en comprometerla,
para retirarla de escena, pues se había vuelto incómoda para los que
pretendían torcer el pensamiento y el espíritu de santa Teresa.
En vida, santa Teresa, mujer profundamente humana que desbordaba
afectividad y ternura por los cuatro costados, le demuestra en sus
cartas y se lo dice, el mucho amor que la tenía: "La quiero más de lo
que piensa... que es con ternura...". "Con verdad le digo que ninguna
priora que faltase sentiría lo que de vuestra reverencia; no sé como la
quiero tanto" "Bien se le parece el amor que me tiene, según me da
contento en todo. Ya lo tengo bien creído y yo le digo que aun me debe
más, que yo me espanto de lo que la quiero. No tiene que pensar la hace
en esto ninguna ventaja, porque no son todas tan para mi condición"."
Auqnue yo la quería mucho, es ahora tanto más que me espanta, y así me
dan deseos de verla y abrazarla mucho". Y es que los santos, nunca han
tenido miedo de amar y de amar profundamente.
De hecho, María
de san José es una de las grandes místicas en los orígenes de la reforma
teresiana. ¿Qué le atraía más a santa Teresa de las muchas virtudes que
tenía la Madre María? Posiblemente algo que la hacía alma gemela a la
suya: sus esperiencias místicas, y la "caridad y condición", que ha
descubierto en ella. Quizá la condición no incluye sólo la inteligencia y
demás valores humanos de la que estaba llena, sino en la bondad
natural, la sencillez en el trato, la comprensión de las debilidades
humanas, el rigor y la suavidad bien conjuntados, la discreción y la
prudencia en el uso de la autoridad, maternal más que jurídica.
Frailes rigoristas, de mente estrecha, no se atrevieron a hacer la
guerra contra una mujer grande, Teresa de Jesús, porque se imponía con
su enorme, arroladora personalidad, con su sabiduría y santidad. Si
contra ella no, entraron a saco en la herencia teresiana para hacerla
suya, para reformar la reforma, pero en el campo de batalla se
encontraron con mujeres de un temple extraordinario como dicípulas de la
gran capitana: Ana de Jesús, María de san José, y una serie ilustre de
hijas y discípulas.
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