¡Oh
cristianos!, tiempo es de defender a vuestro Rey y de acompañarle en
tan gran soledad; que son muy pocos los vasallos que le han quedado y
mucha la multitud que acompaña a Lucifer. Y lo que peor es, que se
muestran amigos en lo público y véndenle en lo secreto; casi no halla de
quién se fiar. ¡Oh amigo verdadero, qué mal os paga el que os es
traidor! ¡Oh cristianos verdaderos!, ayudada llorar a
vuestro Dios, que no es por solo Lázaro aquellas piadosas lágrimas,
sino por los que no habían de querer resucitar, aunque Su Majestad los
diese voces. ¡Oh bien mío, qué presentes teníais las culpas que he
cometido contra Vos! Sean ya acabadas, Señor,sean acabadas, y las de
todos. Resucitad a estos muertos; sean vuestras voces, Señor, tan
poderosas que, aunque no os pidan la vida, se la deis para que después,
Dios mío, salgan de laprofundidad de sus deleites...
Santa Teresa de Jesús
(Exclamaciones Del Alma a Dios, 10)
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