Thursday, November 8, 2012

CATALINA DE CARDONA

Legendaria palaciega que asombró por sus atroces penitencias a toda España, a las que Santa Teresa parecían extremas... Admirada, elogiada por la nobleza, no deja de ser tanto una figura controversial como digna de mencionarse y recordarse...

CATALINA DE CARDONA

Su vida fue divulgada por los primitivos carmelitas descalzos, y también por Santa Teresa, como legendaria palaciega que asombró por

sus atroces penitencias a toda España. Nació en Barcelona en 1519, hija natural de don Ramón de Cardona, que la ocultó en un convento de capuchinas de Nápoles, de donde salió para contraer matrimonio. Enviudó y volvió a las capuchinas. El catalán Juan de Jesús Roca asegura que «gustaba de hablar catalán y lo hablaba muy bien». En 1557 se trasladó a Valladolid como camarera de su parienta la princesa viuda de Salerno, doña Isabel de Vilamarí y Cardona, que gestionaba infructuosamente la recuperación de su principado. En este tiempo le fue confiada la educación de los príncipes Don Carlos y Don Juan de Austria; este último la recordaba con el cariñoso título de «madre». Al fallecer la princesa dejó encomendada a Catalina a los príncipes de Éboli, en cuyo palacio de Madrid comenzó su plan de penitencias. Recorriendo con ellos la Alcarria conoció en la ermita de la Vera Cruz de Alcalá de Henares al sacerdote romero Padre Piña, a quien confió sus propósitos de huir de palacio para hacer penitencia, y éste, con ayuda de otro clérigo manchego, Martín Alonso, que había sido capellán de los príncipes de Éboli, la ayudaron a huir, la condujeron a unos parajes del término de La Roda «vestida en hábito de hombre», y allí la dejaron en una cueva, con tres panes por provisión. Consumidos éstos, se mantuvo de hierbas, rumiando como los animales., a las márgenes del río Júcar, hasta que la halló el pastor Benítez, que cada tres días la proveía de pan. Santa Teresa recogió la fama de sus penitencias y las refirió por menudo (Fundaciones, 28). Corrida la fama, las gentes del contorno acudían en multitud. «Venía día, dice S. Teresa, estar todo el campo lleno de carros». Habiendo enfermado de gravedad, lo comunicó a los príncipes de Éboli, y éstos la encomendaron al italiano carmelita fray Ambrosio Mariano, el cual le escribió el 7 mayo 1571 brindándole su apoyo y el de sus conventos. La ermitaña aceptó y acompañada de fr. Mariano fue a Pastrana. Al llegar, la princesa de Éboli la presentó a las monjas descalzas; mas no quiso quedarse con ellas, sino en el palacio de los príncipes, y «daba priesa que le diesen el hábito de fraile». Le fue impuesto con solemnidad a los tres días. Con tan extraño atuendo comenzó a procurar en 1572, una fundación de frailes descalzos en su ermita de La Roda, (que se llamo convento de Ntra. Señora del Socorro) lo construyo el padre Ambrosio Mariano, arquitecto, cuya iglesia unió por medio de una galería subterránea con la cueva de la famosa penitente, emprendiendo una extraña peregrinación para recaudar limosnas entre la nobleza. Su figura, con ir precedida de gran fama de santidad, provocó revuelos de sainete, especialmente en Madrid, cuyas calles recorría en coche, rodeado de damas, echando bendiciones como un fraile. De su recorrido cargó «una -caja de nogal llena de dineros de plata y oro, que cabía una fanega», con ornamentos y joyas sin número. . Partió a La Roda en marzo de 1572 con varios frailes. La construcción del convento, que como ya dijimos fue dirigida desacertadamente por fray Mariano, ocasionó enormes gastos, habiéndose consumido todo lo recaudado por la mala administración de las obras, «Los seglares, dice el Cronista, se escandalizaron de gasto tan excusado, y algunos dijeron que la ermitaña venía cortesana, pues habiendo sufrido tantos años los calores y fríos, ahora no podía sufrir distancia tan pequeña». Este convento se traslado en 1603 a La Jara. Venía a Fuensanta a oír misa como se dice en el libro de las fundaciones de Santa Teresa de Jesús, Capitulo 28 (La fundación de Villanueva de la Jara) Apartado 28 que dice textualmente, “Después que hizo el Monasterio, todavía se iba y estaba y dormía, a su cueva, sino era ir a los Santos Oficios. Y antes que se hiciese, iba a misa a un monasterio de Mercedarios, que está a un cuarto de legua, y algunas veces de rodillas. Su vestido era buriel y túnica de sayal, y de manera hecho, que pensaban era hombre”. Ella quedó contrariadísima. Los «frailes de la buena mujer» fue el título que allí dieron a sus carmelitas. El 11 mayo 1577, rodeada de veneración y admirada por su fama penitente, falleció y fue enterrada en su convento de La Roda. Trasladado éste a Villanueva de la jara , fueron llevados también allí sus restos mortales. Se intentó luego su causa de beatificación; mas quedó paralizada para siempre. Se le da el título de «venerable Cardona».

EFRÉN DE LA MADRE DE DIOS.

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