Mas bien sabe Su Majestad que sólo puedo presumir de su misericordia; y ya que no puedo dejar de ser la que he sido, no tengo otro remedio sino llegarme a ella y confiar en los méritos de su Hijo y de la Virgen, Madre suya, cuyo hábito indignamente traigo y traéis vosotras.
Alabadle, hijas, que lo sois verdaderamente de esta Señora, y así no tendréis por qué afrentaros de que yo sea ruín. Pues tenéis tan buena madre, imitadla y considerad qué tal debe de ser la grandeza de esta Señora y el bien de tenerla por patrona, pues no han bastado mis pecados y ser la que soy, para deslustrar en nada esta sagrada Orden (III M 1, 3)...
Para Teresa La Virgen es modelo de sentimientos de pureza de corazón, de pensamiento y de intención; de pobreza y humildad; de admiración que llega al estupor ante las maravillas de Dios: para Teresa es ejemplo y modelo de todas las virtudes, y la Madre que nos enseña que la cruz es camino por la gloria.
Quiera el Señor que todo sea para alabanza y gloria suya y de la Virgen María, cuyo hábito vestimos, amén (V 36, 28).
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