Thursday, November 8, 2012

¡Si aprendiesen algo de la humildad de la Virgen Santísima!

Parezcámonos, hijas mías, en algo a la gran humildad de la Virgen Santísima, cuyo hábito llevamos, que es motivo de confusión llamarnos hijas suyas; que por mucho que parezca que nos humillamos, nos quedamos muy cortas para ser hijas de tal Madre (C 13, 3)...

Mas bien sabe Su Majestad que sólo puedo presumir de su misericordia; y ya que
no puedo dejar de ser la que he sido, no tengo otro remedio sino llegarme a ella y confiar en los méritos de su Hijo y de la Virgen, Madre suya, cuyo hábito indignamente traigo y traéis vosotras.

Alabadle, hijas, que lo sois verdaderamente de esta Señora, y así no tendréis por qué afrentaros de que yo sea ruín. Pues tenéis tan buena madre, imitadla y considerad qué tal debe de ser la grandeza de esta Señora y el bien de tenerla por patrona, pues no han bastado mis pecados y ser la que soy, para deslustrar en nada esta sagrada Orden (III M 1, 3)...

Para Teresa La Virgen es modelo de sentimientos de pureza de corazón, de pensamiento y de intención; de pobreza y humildad; de admiración que llega al estupor ante las maravillas de Dios: para Teresa es ejemplo y modelo de todas las virtudes, y la Madre que nos enseña que la cruz es camino por la gloria.

Quiera el Señor que todo sea para alabanza y gloria suya y de la Virgen María, cuyo hábito vestimos, amén (V 36, 28).

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