A pesar de estos tiempos recios (que hoy llamamos crisis), aun siguen las hijas las trazas de la Madre en ese «estilo de hermandad y recreación», «esa manera de proceder que en estas casas tienen». Y es que «cuando uno ama y hace bien a otro, le hace bien y le ama según su condición y propiedades», recordará que dijo el santico de fray Juan aplicado a nuestro Dios -¡cómo no!- aunque, aquí sus hijas han recordado la doctrina predicada con el ejemplo a este huésped.
Que no dejan, por eso, de «contentar a Dios por el amor y la fe que hace posible lo que por razón natural no lo es». Ya les decías Madre a ellas –y nos lo dices a todos- «aquí se ha de ver el amor, que no en los rincones sino en mitad de las ocasiones». De ese amor les brota la necesidad de orar en silencio, de servir a los demás en su Iglesia, de trabajar por todos.
Ellas, hoy, pueden decir como tú escribías:
«Olvidamos nuestro contento por contentar a quien amamos… ¿Cómo se
adquirirá este amor? Determinándose a obrar y a padecer y hacerlo cuando
se ofreciere… Que de pensar lo que debemos al Señor, y quién es y lo
que somos, se viene a esa determinación». Se ve que te gusta esta
palabra pues la unes a las de libertad, amor, etc. «Pensar lo que
debemos…», dices, y con ello ya nos estás enganchando a «estar con el
que sabemos que nos ama», reflexionando, orando, pisando realidades,
leyendo u oyendo lo que otros dicen de Él. ¿Que no tenemos tiempo? Y…
¿no será que nos falta interés, curiosidad, gusto por trascender la
telaraña en la que andamos envueltos, por «despertar de este sueño de
muerte»?
Gracias Madre Teresa por tus hijas, que oran y trabajan como Marta y María, «muy hermanadas». Que no descuidan sus ratos de oración, que miman sobriamente la liturgia, y el canto. Que se ganan el sustento diario trabajando, cuidan la casa y sus alrededores, que amenizan la recreación con las técnicas para la recuperación de la memoria de las mayores, ¿Las reconoces como tus hijas? Tú que montabas en el traqueteo de las carretas la vida conventual. Tú, que decías: «Ahora comenzamos y procuren ir comenzando siempre de bien en mejor», ¿las reconoces?
Gracias por estos días de ayuda y “retiro”. Gracias, Madre Teresa, por tus hijas.
Fray Pedro Cárceles, OCD
Gracias Madre Teresa por tus hijas, que oran y trabajan como Marta y María, «muy hermanadas». Que no descuidan sus ratos de oración, que miman sobriamente la liturgia, y el canto. Que se ganan el sustento diario trabajando, cuidan la casa y sus alrededores, que amenizan la recreación con las técnicas para la recuperación de la memoria de las mayores, ¿Las reconoces como tus hijas? Tú que montabas en el traqueteo de las carretas la vida conventual. Tú, que decías: «Ahora comenzamos y procuren ir comenzando siempre de bien en mejor», ¿las reconoces?
Gracias por estos días de ayuda y “retiro”. Gracias, Madre Teresa, por tus hijas.
Fray Pedro Cárceles, OCD
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