"Resplendens stella"
«Una estrella que diese de sí gran resplandor»
(Libro de la Vida 32, 11)
Con estas palabras, el Señor animó a Santa Teresa de Jesús para la fundación en Ávila del monasterio de San José, inicio de la reforma del Carmelo, de la cual, el próximo 24 de agosto, se
cumplen cuatrocientos cincuenta años.
El 24 de agosto de este mes celebraremos que hace 450 años, Santa Teresa fundó, en España, el primero de 17 conventos “reformados” bajo una nueva concepción del Carmelo. Este monasterio fue llamado San José de Ávila y fue posible establecerlo gracias a un envío de dinero que le hizo, desde Perú, uno de sus hermanos.
Teresa de Ávila fue la iniciadora de una importante reforma monástica, al lado de San Juan de la Cruz, de modo que abarcó la rama femenina y masculina, que recibieron el nombre de los Carmelitas Descalzos. A pesar de la austeridad que imponían las nuevas reglas, y los escasos recursos, la reforma progresó rápidamente y se extendió por Europa, influyendo en las agrupaciones religiosas hasta nuestros días.
Como el convento de San José de Ávila, 10 más de la Orden quedarían al amparo de San José, el esposo de la Virgen María, de quien era especial devota Santa Teresa: Medina del Campo (1567), Malagón (1568), Toledo (1569), Salamanca (1570), Segovia (1574), Beas de Segura (1575), Sevilla (1576), Caravaca (1576), Palencia (1580) y Burgos (1582).
Teresa de Ávila, cuyo nombre, en el mundo, era el de Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada (1515-1582), se convirtió, con Santa Catalina de Siena, en una de las primeras mujeres elevadas a la condición de Doctoras de la Iglesia durante el pontificado de Paulo VI, pues, además de su vida ejemplar, fue autora de varios libros, entre ellos “Camino de perfección”, poesías, más de 400 cartas y su biografía, en la que describe su experiencia mística, documento que se conserva como un tesoro en el Monasterio del Escorial.
Teresa de Ávila fue vigilada por la Inquisición a causa de la reforma monástica que promovía y de sus escritos,
Incluso, su confesor la obligó a quemar uno de sus libros.
Santa Teresa no estaba de acuerdo con la relajación de las normas conventuales que, en 1432, habían sido mitigadas por Eugenio IV, por eso, decidió reformar la orden a la que pertenecía para volver a la austeridad, la pobreza y la clausura que consideraba el auténtico espíritu carmelitano, y para ello fue asesorada por Francisco de Borja y Pedro de Alcántara, que aprobaron su espíritu y su doctrina.
Por su parte, San Juan de la Cruz, (1542-1591) fue el reformador de la Orden de los Carmelitas y cofundador de la Orden de Carmelitas Descalzos con Santa Teresa de Jesús. Por ser un gran poeta místico, desde 1952 es el patrono de los poetas en lengua española y su obra ha influido en un sinnúmero de personas, entre ellas, en la vocación sacerdotal de Juan Pablo II, al punto de que, en su juventud, el Papa pensó en ingresar al Carmelo.
EL CONVENTO DE SAN JOSÉ
Ávila fue la tierra natal de Santa Teresa de Jesús, una comunidad autónoma de Castilla y León que cuenta con una muy bien conservada muralla medieval con sus alineados torreones. La ciudad ha estado relacionada con importantes personajes, como Fray Tomás de Torquemada o Gil González Dávila, sin embargo, Teresa de Ávila es la figura más renombrada.
Allí, Santa Teresa de Ávila construyó su primer convento reformado en 1562, y la iglesia, que es el principal atractivo arquitectónico, comenzó a levantarse en 1607, bajo el diseño de Francisco de Mora (1553-1610), quien concibió el templo de una única nave, cubierta con bóveda vaída y cúpula en el crucero.
Su fachada principal fue una de las más imitadas en las construcciones religiosas del siglo XVII y su diseño fue adoptado como modelo de la orden carmelita. En su interior se encuentra la Capilla de los Guillamas, donde se guardan los sepulcros orantes de esta familia.
A la fecha, el edificio alberga el Museo Teresiano de las Carmelitas Descalzas y, desde 1968, es Monumento Nacional español.
La reforma de Teresa de Ávila es uno de los acontecimientos religiosos más importantes de la Iglesia en el siglo XVI, y posiblemente sea uno de los eventos más trascendentes, al lado del surgimiento de los padres franciscanos, fundados por San Francisco de Asís.
Articulo de Carlos Villa Roiz
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