"En este tiempo [cuando comienza a introducirse en la oración] me dieron las Confesiones de San Agustín, que parece el Se
ñor
lo ordenó, porque yo no las procuré ni nunca las había visto. Yo soy
muy aficionada a San Agustín, porque el monasterio adonde estuve seglar
era de su Orden [donde la internó su padre el 13 de julio de 1533] y
también por haber sido pecador, que en los santos que después de serlo
el Señor tornó a Sí hallaba yo mucho consuelo, pareciéndome en ellos
había de hallar ayuda y que como los había el Señor perdonado, podía
hacer a mí; salvo que una cosa me desconsolaba, como he dicho, que a
ellos sola una vez los había el Señor llamado y no tornaban a caer, y a
mí eran ya tantas, que esto me fatigaba". (Vida 9, 7)
"Otro tiempo traía yo delante muchas veces lo que dice San Pablo, que todo se puede en Dios. En mí bien entendía no podía nada. Esto me aprovechó mucho, y lo que dice San Agustín: Dame, Señor, lo que me mandas, y manda lo que quisieres". (Vida 13, 3)
"Paréceme provechosa esta visión [ver a Cristo dentro del alma, como en un espejo] para personas de recogimiento, para enseñarse a considerar al Señor en lo muy interior de su alma, que es consideración que más se apega, y muy más fructuosa que fuera de sí -como otras veces he dicho- y en algunos libros de oración está escrito, adónde se ha de buscar a Dios. En especial lo dice el glorioso San Agustín, que ni en las plazas, ni en los contentos ni por ninguna parte que le buscaba, le hallaba como dentro de sí. Y esto es muy claro ser mejor. Y no es menester ir al cielo, ni más lejos que a nosotros mismos, porque es cansar el espíritu y distraer el alma y no con tanto fruto". (Vida 40, 6)
"Otro tiempo traía yo delante muchas veces lo que dice San Pablo, que todo se puede en Dios. En mí bien entendía no podía nada. Esto me aprovechó mucho, y lo que dice San Agustín: Dame, Señor, lo que me mandas, y manda lo que quisieres". (Vida 13, 3)
"Paréceme provechosa esta visión [ver a Cristo dentro del alma, como en un espejo] para personas de recogimiento, para enseñarse a considerar al Señor en lo muy interior de su alma, que es consideración que más se apega, y muy más fructuosa que fuera de sí -como otras veces he dicho- y en algunos libros de oración está escrito, adónde se ha de buscar a Dios. En especial lo dice el glorioso San Agustín, que ni en las plazas, ni en los contentos ni por ninguna parte que le buscaba, le hallaba como dentro de sí. Y esto es muy claro ser mejor. Y no es menester ir al cielo, ni más lejos que a nosotros mismos, porque es cansar el espíritu y distraer el alma y no con tanto fruto". (Vida 40, 6)
Ramon Rabre
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