Este Monasterio de Carmelitas Descalzas, tiene una misión especial, que forma parte de la identidad espiritual peruana, las hermanas estan al servicio de la más grande devoción del Perú y extendida por diferentes partes del mundo, es el SEÑOR DE LOS MILAGROS.
Sus orígenes se remontan a los años de 1683, donde ya venía funcionando el Beaterio de Nazarenas fundado por la Madre Antonia Lucía del Espíritu Santo; a su vez ya había comenzado el Culto a la Sagrada Imagen del Señor de los Milagros pintada en un muro de adobes por un negro esclavo de Angola en el año 1651, y que a pesar de su débil estructura soportó sin dañarse sucesivos terremotos que dejaron devastada toda Lima, y poco a poco se le fue dando Culto por las milagrosas curaciones que recibían los devotos que rezaban ante la imagen, y mas tarde ante el intento de las autoridades de borrar la Imagen, no pudieron realizarlo por hechos prodigiosos que sucedieron en el intento.
A partir de 1684 recayó el cargo de Mayordomo en Don Sebastián de Antuñano y Rivas natural de Vizcaya (España), fue él el inspirador e iniciador de las tradicionales procesiones de octubre, al sacar una réplica del Mural, en sencillas andas a raíz del terremoto del 20 de Octubre de 1687.
Don Sebastián de Antuñano y Rivas empleó toda su fortuna en adquirir en propiedad el terreno donde se encontraba la Capilla del Santo Cristo de los Milagros y los terrenos colindantes, construyó una Capilla más grande y dependencias para la Sacristía y una modesta casa para él; y se consagró totalmente al servicio del Señor de los Milagros.
Las Beatas Nazarenas estaban atravesando un momento difícil, ya que se intentaba demoler su Beaterio ubicado en el barrio de Monserrate, y debido a una gran amistad que había entre ellos, Sebastián de Antuñano tuvo la sensación de ser voluntad divina que las Nazarenas del Beaterio de Monserrate debían pasar al Santuario del Señor de los Milagros, para propagar su ideal y llevar a cabo los deseos de la Madre Antonia Lucía del Espíritu Santo que era llegar a convertirse en un Monasterio de Carmelitas según las Constituciones de Santa Teresa de Jesús. El día 12 de Octubre del año 1700 en la Notaría de Don Francisco Montiel Dávalos, Sebastián de Antuñano y Rivas hizo generosa y total donación a la Madre Antonia Lucía del Espíritu Santo y a las Beatas Nazarenas; del Santuario del Santo Cristo de los Milagros, de las construcciones efectuadas, de la huerta y de todos los solares que había comprado.
En esta forma entraron en posesión legal de dichas propiedades, pero solo se mudaron en 1702, ya que fue necesario construir celdas, cocina, refectorio y un modesto coro, y al pasarse las Beatas Nazarenas, el entonces Instituto Nazareno, hoy Monasterio de Nazarenas Carmelitas Descalzas, quedó adscrito a la iglesia del Cristo de Pachamamilla o Señor de los Milagros.
La Madre Antonia Lucía del Espíritu Santo falleció el 17 de agosto de 1709, le sucedió en la dirección del Beaterio la Madre Josefa de la Providencia. Cumpliendo con la última voluntad de la Madre Antonia Lucía, don Sebastián de Antuñano continuó ocupándose de las debidas gestiones para establecer el Monasterio, pero no pudo verlo cumplido ya que falleció en el año 1717. Cuando la Madre Josefa inició las gestiones encaminadas a conseguir la Real Cédula y la Bula Pontificia para fundar el Monasterio tuvo que luchar y superar muchas dificultades y contratiempos, gracias a la generosidad de un caballero que realizaba un viaje a España y con sus diligencias esto se pudo realizar. La carta de petición al Monarca está con fecha de 15 de Octubre de 1718, y la ansiada licencia que se encuentra en el Archivo del Monasterio fue concedida por el Rey Felipe V de España el día 08 de Febrero de 1720.
Después de muchos inconvenientes las Beatas tuvieron la oportunidad de conocer al P. Juan de Gazitúa de la Orden de Predicadores, que tenía que viajar a Roma por asuntos de su Orden. Estando en Roma el Padre Gazitúa, además de atender los asuntos de su Orden inició las debidas gestiones ante la Santa Sede y fue tan capacitado y expedito que el 27 de Agosto de 1727, su Santidad Benedicto XIII concedió la Bula, donde se aprobaba que el Beaterio de Nazarenas se pudiese convertir en Monasterio bajo la Regla y Constituciones de las Carmelitas Descalzas.
Quedó aprobado asimismo, el uso del Hábito morado que identificaba a las Beatas Nazarenas, autorizaba que se podían recibir hasta 33 monjas en lugar de las 21 conforme se establece en las Carmelitas Descalzas. Finalmente ordenaba que de uno de los dos Monasterios de Madres Carmelitas que existían en Lima, saliesen tres religiosas de probada virtud y pasaran a ser fundadoras y maestras de las Beatas Nazarenas y que ejercieran, por lo menos durante un año los oficios de Priora, Subpriora y Maestra de Novicias.
Del Monasterio de Carmelitas Descalzas de Santa Ana (ahora desaparecido) se eligieron a tres religiosas que pasaron a ser las Fundadoras del nuevo Monasterio de Nazarenas Carmelitas Descalzas, ellas son: Bárbara Josefa de la Santísima Trinidad (Priora); Grimanesa Josefa de Santo Toribio (Subpriora) y Ana de San Joaquín (Maestra de Novicias); ellas permanecieron en el Monasterio hasta su muerte y dirigieron la marcha de la Comunidad.
El Monasterio se inauguró el 18 de Marzo de 1730, bajo el Título de San Joaquín, fue muy solemne con la asistencia y participación de altas autoridades religiosas y civiles y todo el pueblo, con procesión y celebraciones propias de la época; al día siguiente festividad de San José tomaron el Hábito algunas Beatas; el día 20 se ofició la Santa Misa en la Iglesia de Nazarenas, asistiendo el Virrey y los miembros de los Tribunales Civil y Eclesiástico, además de la nobleza y las personas devotas del Señor de los Milagros. La predicación corrió a cargo del más indicado el Padre Maestro Fray Juan de Gazitúa O.P. Rector del Colegio de Santo Tomás y sacerdote que les consiguió la Bula Papal.
Con la ayuda del Virrey Manuel Amat y Juniet y la colaboración de los fieles se construyó una nueva Iglesia que se inauguró el 20 de Enero de 1771, que se conserva hasta la actualidad y que fue restaurada a fines del pasado milenio.
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