El Juicio Final de Gregorio Vásquez es una de las pinturas coloniales mejor logradas en el Nuevo Reino de Granada. La representación se divide en dos partes, la superior la ocupa la figura central del Cristo de la Parusía (la Segunda Venida), rodeado de santos. La parte inferior, la tradicional escena del Juicio final ordenado simbólicamente: a la izquierda de Cristo, o el revelador término de siniestra, los condenados, cuyos cuerpos están siendo atormentados por los demonios; mientras que a la derecha, los elegidos, cuyos cuerpos permanecen en reposo, contemplando la escena beatíficamente.
Uno de los tipos de espiritualidad más importantes que impulsó la cultura barroca colonial fue la llamada “mística del Corazón”, de la cual esta pintura del Juicio final es uno de sus mejores ejemplos. La mística del corazón exaltaba el culto al Corazón de Jesús, su Pasión y la meditación sobre el cuerpo llagado de Cristo. Prestaba una especial importancia a los santos con “cuerpos inscritos”, es decir, aquellos que por sus virtudes y su capacidad de mortificación, habían recibido como recompensa en sus propios cuerpos las señales de las llagas. El mensaje de la pintura era sencillo: el día del juicio final, solo aquellos que habían mortificado suficientemente sus cuerpos en vida, se harían merecedores de la salvación eterna.
Es interesante anotar que este Juicio final tiene una clara adaptación al espacio neogranadino: los santos representados como intercesores son aquellos fundadores de las órdenes religiosas establecidas en Santa fe de Bogotá en aquel momento: dominicos, franciscanos, Tercera orden franciscana, clarisas, agustinos, jesuitas, la orden hospitalaria fundada por San Juan de Dios y reformadas del Carmelo.
El cuerpo resucitado del Cristo crucificado supone el triunfo de la inscripción del sufrimiento en el cuerpo: muestra las cinco llagas (manos, pies y costado), lo que al mismo tiempo es una lección moral que remite a ciertas virtudes: resignación, paciencia, sufrimiento. Es decir, la espiritualización del cuerpo. El gesto del brazo derecho de Cristo señala aprobatoriamente a los salvados.
La virgen tiene desnudo su pecho derecho, el cual compositivamente apunta a la herida del costado derecho de Cristo, mientras su mirada se dirige hacia la llaga de su hijo. Esta actitud revela uno de los elementos que componen la mística del Corazón: la relación entre la sangre de Cristo y la leche de la virgen. De la primera emana la salvación, de la segunda las virtudes. El contacto con los santos fluidos del cuerpo eran fundamentales para la salvación.
Santo Domingo sostiene como atributo entre sus manos el rosario que le entregara la Virgen, y la estrella que le apareció sobre la frente el día de su bautizo: se representa como una guía que ilumina las almas hacia Cristo.
Los siguientes tres santos están relacionados con los Franciscanos, orden que encargó la pintura: San Francisco de Asís muestra el estigma del pecho; Santa Clara, rama femenina espiritual del franciscanismo, sostiene la custodia a la altura de su pecho, con la hostia consagrada que es el símbolo de la presencia del cuerpo de Cristo y de la piedad eucarística; San Francisco de Paula, terciario franciscano fundador delo mínimos abre su hábito para mostrar el fuego de la caridad encendido en su corazón.
San José, a la derecha de Cristo, aparece con las herramientas de carpintero como sus atributos principales.
San Agustín sostiene el corazón flamígero en su mano derecha, mientras Ignacio de Loyola sostiene el símbolo de su orden contra su pecho.
Santa Teresa sostiene la flecha que según la tradición atravesó su corazón, la Transverberación; San Juan de Dios, la corona de espinas sobre su pecho que corresponde a un suceso místico que el santo experimentó cuando la Virgen y san Juan le impusieron sus manos.
Ángeles y demonios. El primero del lado del los salvados, sostiene el libro que reza “Juzga Señor según tu magna misericordia “; el demonio, al lado de los condenados, sostienen el libro que dice “Juzga Señor según tu recta justicia”. Misericordia y justicia, las dos calidades del Juicio Final, están reafirmadas en los atributos de los dos ángeles que rodean el trono de Cristo.
Al centro, el arcángel San Miguel encargado conductor de las almas.
Los cuerpos saliendo de sus tumbas relatan el primer momento de las postrimerías cristianas: la resurrección de los muertos.
11.Los cuerpos mortificados de los elegidos a la salvación contemplan la escena beatífica mientras son guiados por ángeles en medio de la luz hacia el cielo.
Los cuerpos de los condenados teatralizan las prácticas disciplinarias del cuerpo. Las llamas purificadoras y la presencia de los demonios, cierran el círculo de la condenación eterna.
Una de las pocas representaciones coloniales de un demonio súbcubo, aquellos que tomaban forma de mujer para tentar a los hombres. Tiene las características hermafroditas, típicas de este tipo de representación.
Esta es una de las muy pocas pinturas firmadas por el autor, 32 de cerca de 900 atribuidas. Dice: “Gregorio vazquez de arce y ceballos me hacia 1673”.
Por: Jaime H. Borja G. y Constanza Villalobos
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