El 10 de septiembre de 1610 falleció Teresita de Cepeda, sobrina de santa Teresa., en el convento de San José de Ávila, con 44 años de edad.
Era hija de Lorenzo de Cepeda, que emigró a Perú siendo joven, por el año 1530. Allí casó con la andaluza Juana Fuentes de Espinosa, con la que tuvo cuatro hijos: Francisco, Lorenzo, Teresita y Esteban. El 1575 regresó a España con sus cuatro hijos, ya viudo.
Santa Teresa había confiado a su hermano el proyecto de fundar el convento de San José en Ávila. En 1561 le escribe dándole detalles y expresándole la necesidad que tenía de dinero para levantar el correspondiente edificio. Lorenzo le envió con urgencia mil escudos y otras cantidades después.
Pero el gran tesoro, con el que obsequió a su hermana querida, fue el de su hija Teresita. De regreso a España, se encuentra con ella en Sevilla, y le confía su hija de ocho años, que se agarró a las faldas de su tía monja y no quería apartarse de ella. Todo es imprevisible en la historia de la Fundadora del Carmelo Descalzo, Teresa de Jesús.¿Cómo imaginar que una monja de clausura se apropie una niña, la interne con ella en el convento, la vista con hábito monjil, la siente a la mesa con las religiosas, y la lleve de la mano de acá para allá hasta la muerte?
¿ Qué significó esta niña en la vida de santa Teresa? Lo que una hija para una madre.¡Que ya es decir! Teresa se sentía mayor y enferma cuando se encontró con su sobrina. Las Fundaciones la habían machacado hasta los huesos, especialmente la de Sevilla. Estaba cansada de verse como Priora, y de que sus monjas se postraran ante ella con respeto y asombro. Necesitaba una niña en su vida, de su misma sangre, para volcar sobre ella toda su afectividad de madre, toda su ternura de mujer, besarla, acariciarla con sus blancas manos, verla crecer mientras ella envejecía. Retirarse de hacer reverencias y súplicas a los arzobispos, cuando le negaban los permisos hasta conseguir de ellos lo que necesitaba, y aislarse con su niña en la celda y acariciarla hasta sentir reverdecer su feminidad marchita. Y con ella viajar en carromatos, ya no sólo para revisar sus casas, sino para enseñar su niña a las monjas, y ver sus caras de asombro.
¿Y su hermano Lorenzo? Fue un hermano, que ayudó a Madre Teresa en lo que pudo y fue mucho. Le socorrió en múltiples apuros económicos. Y ella, experta en negocios, en pleitos, en empresas de construcción ( sus conventos uno por año), en fincas, le puso al día a Lorenzo, que acababa de aterrizar en Ávila ignorante por completo, después de haber estado ausente más de cuarenta años por las Américas. Teresa se desahogó con él, se vio realizada en su talante de emprendedora, y desde el voto de pobreza con los pies descalzos, le permitió cruzar la frontera claustral hasta experimentar el gozo de verse rica, como si fuese suya, con la compra de la finca de la Serna en manos de su hermano, y aconsejarle sobre la educación de su hijos, como si fuesen suyos.
Para Santa Teresa, maestra de espirituales, confidente de Jesucristo su amigo verdadero y esposo adorado, arrebatada en éxtasis mientras conversaba con el altísimo místico y poeta san Juan de la Cruz en el Monasterio de la Encarnación, la niña Teresita y el hombre Lorenzo hicieron que Teresa no dejara de ser aquella entrañable y tierna mujer, mientras envejecía inexorablemente con fuertes trabajos y enfermedades. Que a fuerza de ser espiritualísima no dejara de ser humanísima.¿Les parece poco?
Mons. Nicolás Gonzalez
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