Los dominicos, que ella, agradecida, menciona en <Relaciones>: Son éstos los que ha (escribe en tercera persona) tratado: fray Vicen
te Barrón la confesó
un año y medio en Toledo, yendo a fundar allí, que era consultor de la
Inquisición y gran letrado; éste la aseguró mucho. Y todos le decían que
como no ofendiese a Dios y se conociese por ruin, que de qué temía. Con
el Maestro fray Domingo Bañes -que es consultor del Santo Oficio ahora
en Valladolid- me confesé seis años, y siempre trata con él por cartas,
cuando algo de nuevo se le ha ofrecido. Con el Maestro Chaves. Con el
segundo fue fray Pedro Ibáñez, que era entonces lector en Avila y
grandísimo letrado, y con otro dominico que llaman fray García de
Toledo. Con el P. Maestro fray Bartolomé de Medina, catedrático de
Salamanca, y sabía que estaba muy mal con ella, porque había oído de
estas cosas; y parecióle que éste la diría mejor si iba engañada, que
ninguno (esto ha poco más de dos años), y procuróse confesar con él, y
diole larga relación de todo, lo que allí estuvo, y procuró que viese lo
que había escrito para que entendiese mejor su vida. El la aseguró
tanto y más que todos, y quedó muy su amigo. También se confesó algún
tiempo con el Padre Maestro Fray Felipe de Meneses que estuvo en
Valladolid a fundar, y era el Prior o Rector de aquel Colegio de San
Gregorio, y habiendo oído estas cosas, la había ido a hablar en Avila
con harta caridad, queriendo saber si estaba engañada, y que si no era
razón no la murmurasen tanto; y se satisfizo mucho. También trató
particularmente con un Provincial de Santo Domingo, llamado Salinas,
hombre muy espiritual y gran siervo de Dios; y con otro lector que es
ahora en Segovia, llamado fray Diego de Yanguas, harto de agudo ingenio.
(Relaciones 4, 8).
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