Thursday, November 8, 2012

Dominicos Confesores de Santa Teresa de Jesús

Santa Teresa fue una amante y amada de Santo Domingo de Guzmán, Los dominicos influyeron, cual nadie, en su formación mística, como en la intelectual, siempre tratando de amparar y dirigir el espíritu de nuestra Santa.

Los dominicos, que ella, agradecida, menciona en <Relaciones>: Son éstos los que ha (escribe en tercera persona) tratado: fray Vicen

te Barrón la confesó un año y medio en Toledo, yendo a fundar allí, que era consultor de la Inquisición y gran letrado; éste la aseguró mucho. Y todos le decían que como no ofendiese a Dios y se conociese por ruin, que de qué temía. Con el Maestro fray Domingo Bañes -que es consultor del Santo Oficio ahora en Valladolid- me confesé seis años, y siempre trata con él por cartas, cuando algo de nuevo se le ha ofrecido. Con el Maestro Chaves. Con el segundo fue fray Pedro Ibáñez, que era entonces lector en Avila y grandísimo letrado, y con otro dominico que llaman fray García de Toledo. Con el P. Maestro fray Bartolomé de Medina, catedrático de Salamanca, y sabía que estaba muy mal con ella, porque había oído de estas cosas; y parecióle que éste la diría mejor si iba engañada, que ninguno (esto ha poco más de dos años), y procuróse confesar con él, y diole larga relación de todo, lo que allí estuvo, y procuró que viese lo que había escrito para que entendiese mejor su vida. El la aseguró tanto y más que todos, y quedó muy su amigo. También se confesó algún tiempo con el Padre Maestro Fray Felipe de Meneses que estuvo en Valladolid a fundar, y era el Prior o Rector de aquel Colegio de San Gregorio, y habiendo oído estas cosas, la había ido a hablar en Avila con harta caridad, queriendo saber si estaba engañada, y que si no era razón no la murmurasen tanto; y se satisfizo mucho. También trató particularmente con un Provincial de Santo Domingo, llamado Salinas, hombre muy espiritual y gran siervo de Dios; y con otro lector que es ahora en Segovia, llamado fray Diego de Yanguas, harto de agudo ingenio. (Relaciones 4, 8).

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